Con las lluvias de diciembre de 2016 (250 l/m2) parece que termina un largo ciclo de sequía porque comienza el nuevo año y sigue lloviendo. El día 20 de enero cae una gran nevada que deja un precioso manto de medio metro de nieve sobre las viñas y marzo también es lluvioso (de vendimia a vendimia recogemos más de 800 litros por metro cuadrado). Con toda esta lluvia y unas temperaturas algo más altas de lo normal (especialmente en mayo y junio) el ciclo se adelanta y tenemos mucho vigor y muchas hojas para madurar no demasiados racimos (debido a la sequía del año anterior). Buen sombreamiento. Verano cálido y seco. Las uvas maduran rápidamente a partir del envero, especialmente las variedades tempranas. Vendimia avanzada. Rendimientos muy bajos. Muy pocos kilos pero uvas muy sanas y de buena calidad. El tamaño medio de baya aumenta respecto a 2016, dando como resultado vinos más fluidos y frescos de lo que sería habitual en una añada cálida